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Un recordatorio de la belleza de la fragilidad humana.
En un mundo que tan a menudo premia la juventud, la perfección y el exceso, abrazar a los viejos y maltratados puede parecer extraño. Pero la práctica del siglo 15 de kintsugi, que significa «reparación de oro», es un recordatorio para mantenerse optimista cuando las cosas se desmoronan y para celebrar los defectos y errores de la vida.
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